EL ATARDECER Y YO.

Ya no recuerdo que tan impresionantes eran para mi los atardeceres, de cuantos colores,  lo míticos que podía sentirlos, cuando era pequeño, me imaginaba que Zeus y otros seres fabulosos caminaban sobre ellos, y que esos eran sus aposentos, mas adelante, imagine que  podía llegar a ver a Dios, al subir sobre ellos, que en algún lugar el estaría escondido,  los atardeceres me llenaban de melancolía, una tan honda y tan fuerte, que fuera quien fuera el día, sentía unas inmensas ganas de llorar, era inevitable, detestaba ver el atardecer, o quedarme dormido sobre las 4 de la tarde,  y levantarme confundido, porque no sabia si era el miércoles en la tarde o el jueves en la mañana, tanto desconcierto me hacia sentir angustiado y desorientado,   eran para mi, las llegadas de los crepúsculos, como designios de desgracias y  futuros imprevistos que desconocía hasta el momento.

No estoy afirmando que siempre los odiaba, en la primavera de mi corazón, existían momentos felices, como cuando me sentaba con esa persona especial, a verlos desde un balcón,  nada mas  espiritual,  una puesta de sol, rojiza, con visos naranja, amarillos, dorados, profundidades, cúmulos, nimbos, y nimbo cúmulos,  en una perfecta armonía, como una magnifica marcha de victoria, acompañada por fuego y luces de colores, me preguntaba si Dios jugaba a ponerle colores a cada día, para mostrarme algún mensaje en secreto que yo aun, no podía entender,  en algún momento, antes o después de las 6 de la tarde, algo me estaba esperando, no importa donde estuviera, siempre salía a verle.
luego, me encontré frente a un campo verde, y un cumulo de tierra, uniforme, plano, repetitivo, con un solo edificio levantándose a pleno, percibí entonces, que el tiempo solo existe en mi  mente, porque en realidad se nos escapa de las manos, mas rápido que intentar coger el aire,  es tan real la sensación de nulidad, impotencia, los ojos borrosos, y las miles de personas, que me di cuenta, que ese vacío, no lo llenaría nadie, y jamás seria llenado,  que implacable, cruel y bella es la vida,   hasta en los peores momentos me pregunto, si no me he cansado de ver al horizonte.

Existen todo tipo de atardeceres,  los  tolimenses eran comunes, dicen los llaneros, que los suyos son los mejores, pero los que hemos vivido en esta tierra vallecaucana, percibimos la solemnidad y la majestuosidad de este momento que parece inmortal en los corazones, de aquellos que vivimos enamorados de la vida, y con cada transición del día, sabemos que no viviremos para siempre, pero cada momento es precioso.
Tantas preguntas vienen a mi vida, me atacan los recuerdos melancólicos, me percibí corriendo a través de una pista de  asfalto, a las 5 y media de la tarde,  ya sin aliento, viendo colores  en cada ojo, y recordándome a mi mismo, que después de superado el dolor, solo puede venir mas fuerza,  no se si los demás percibieron que la tarde era impasible, y solo se movía un poco, mientras que  nosotros, corríamos afanados por ganarle una carrera a la vida, una carrera de la que no tenemos ninguna ventaja.
Siempre soñé con llegar a ser un sabio, era mi sueño particular, no me soñé estrella de rock desde pequeño, no me soñé doctor, ni protagonista de novela, nunca pensé en pasar por conquistador, solo soñé ser muy sabio,  tener mi cabeza llena de sabiduría, ser un hombre de ciencia, de filosofía, de cosmogonía,  soñaba un mundo, donde todos persiguiéramos la sabiduría,  la amaramos, no la despreciáramos, no nos hiciéramos esclavos de los placeres,  pero creo que muchas cosas han cambiado, a veces busco esa voz de sapiencia,que se oculta tras la búsqueda de placeres inicuos, me pregunto, si no estaría mejor, gozando de los placeres simples de la vida,  me pregunto porque nadie comprende esto que yo digo, porque a algunos les cuesta entender que  lo que a ellos les parece la ley, la vida,  para mi, son simples vanalidades,  hasta ahora comprendo el principio de la evolución.

La naturaleza humana cambia, como cambian los cachorros a los animales adultos, cuando somos, comprendemos, y actuamos, acorde a nuestra etapa, pero la esencia no se pierde, quien es, no deja de ser, en ocasiones, hay que buscar profundo, porque  lo que mas duele, es perder la esencia de lo que es, de esa infancia fantástica,  imaginaria,  ilusoria, para aterrizar en este aquí, en este ahora, carnal, terrenal,  sobrio, desdentado, es despertar del héroe interior que querías ser, de ese protagonista del universo, del cambio histórico, a este ser simple y flatulento, que se llama adulto, conformista, anti soñador.

Creo que mi gran tristeza ancestral, era el cumulo de las frustraciones infantiles, de los dolores fetales, de la carga existencial, inusitadamente enorme que lleve sin querer, de la sospecha de cambio, que existiría, del final fútil de la vida, y de la necesidad de buscarle el sentido, de la tozudez de buscar siempre alcanzar mi meta, aun cuando, en ocasiones simplemente no la miro, de creer que los hilos del destino están puesto, pero es inútil intentar entender como funcionan, de no dejarse llevar, pero de comprender, que en ocasiones, el camino parece estar trazado, como el sol, que incendia las nubes, dejando una estela de oscuridad a nuestra cercanía, y una luz tenue apagándose con la de un pequeño fuego en nuestros ojos, entonces percibimos que nosotros somos esa luz, que se va, y detrás de nosotros siempre puede haber una luminaria o miles que vienen, es nuestro destino.

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